Cumbres Silenciosas

Estas fotografías transcurren en menos de un periodo lunar en las montañas y valles de Tepoztlán, teniendo como punto de partida Xilotépetl. Dicho periodo se da justo después de leer "Cumbres Borrascosas" de Emily Bronte y a comienzos de la cuarentena por el coronavirus en México. Este fragmento de la novela describe fielmente los paisajes, sonidos y compañía que aconteció en este tiempo:

"Sin embargo, hubo un momento que estuvimos a punto de pelearnos. Empezó a decir que la manera más agradable de pasar un caluroso día de julio era tumbado en una hondonada de brezos en pleno páramo, oyendo, medio adormilado, el zumbido de las abejas en torno a las flores, el canto de las alondras en su vuelo alto y contemplar el cielo azul, sin nubes, y los implacables resplandores del sol. Tal era su idea de la perfecta felicidad. A cambio, le dije la mía: mecerme en un árbol cargado de hojas verdes que susurra cuando sople viento del Oeste, mientras cruzan vertiginosamente el cielo hermosos pelotones de nubes blancas; y que no canten sólo las alondras, sin también los tordos, los mirlos, los pardillos y los cucos, invadiéndolo todo, y de todas partes, esa música. Y que el páramo se vea a lo lejos, con sus frescos valles recortados de sombra, y cerca, en cambio, aparezcan cerros cubiertos de alta hierba, ondulante, como un oleaje, por el céfiro. Y bosques y aguas tumultosas. El mundo entero en movimiento, estremeciendo de gozo. A él le gustaría verlo en calma, sumido en un éxtasis de paz; y a mí, centelleante, en una danza de magnífico júbilo. Afirmé que a su paraíso le faltaría vida, y él me replicó que el mío sería un paraíso ebrio. Contrapuse que el suyo me daría sueño; y él, que no podría respirar en el mío. La discusión tomo giros desabridos. Por último acordamos que haríamos dos pruebas diferentes cuando hubiese ocasión. Luego nos dimos un beso y quedamos amigos."

Comparto esto pues sé que puede resultar como un apapacho para el ojo y la imaginación en estos tiempos. Los seres guardianes de estas montañas, con su canto impreso en los elementos nos hablan y transmiten la certeza de los ciclos del tiempo y nuestro provenir de la Madre Naturaleza, pero sobre todo, nos arrullan en silencio.

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